ACAPULCO,
Gro., 08 Marzo 2016.- La casa más bien casi un castillo, perteneció al artista
millonario y talvez un poco o muy loco Hal Braxton Hayes, que le toco vivir en
Acapulco, en la época dorada, donde se organizaban grandes fiestas.
La
casa vivió en su esplendor en dichos tiempos, hoy en día sigue en pie aunque
todo mundo en el momento de su construcción decía que no aguantaría ni el
primer temblor.
"La
construcción de la Torre de Míster Hayes, se suspendió en 1961 por razones
administrativas y técnicas no especificadas, la versión popular sin embargo
derivada o no de los dictámenes oficiales, la declaró colapsada al primer
temblor más o menos fuerte.
Por
el contrario hasta la fecha ha resistido los sismos que se han presentado desde
su construcción, de 7 a 8.1 grados; 6 julio de 1964, 7.2 grados; 28 de agosto
de 1973, 7.3 grados; 14 de marzo de 1979, 7 grados; 24 de octubre de 1980, 7
grados; 19 de septiembre de 1985, 8.1 grados, y 9 de octubre de 1985, 7.5
grados y la casa sigue en pie.
Un
extravagante norteamericano combinada de pinturas de manera insólita y
extravagante estaba montando en lo alto de un cerro del puerto de Acapulco
conocido artista e ingeniero estadunidense Hal B Hayes, inventor de la pluma
que se emplea en construcciones y precursor del ensamblaje de casas
prefabricadas con un peso de 22 toneladas que quedan listas para habitar en
sesenta minutos.
En
el castillo exponía piezas que se detallaban pasajes mitológicos, figuras en
pintura y bronce de gran tamaño, algunas figuras tenían la influencia de
Picasso con quien, dijo tuvo amistad con él, otras figuras humanas y de
animales, que revelan en un complejo proceso para plasmarse en el bronce que
pesan arriba de los mil kilogramos.
Hal
B Hayes, llegó a Acapulco a principios de 1960 y adquirió unos cinco mil metros
cuadrados en lo alto de La Mira en donde de inmediato se dedicó a construir un
edificio que pensaba sería un club internacional exclusivo “para hombres de
negocios” Su invento le había dejado numerosos dividendos para la empresa.
EL
periodista Andrés Campuzano, entrevisto a Hal B Heyes, en 1987, desde el
inmueble que tiene una vista inmejorable de la bahía acapulqueña, se divisa a
plenitud la puesta del sol de Pie de la Cuesta y el anfiteatro, en Acapulco se
vivía la era del despegue, del auge turístico.
Hayes
quería tener sus dominios, el club sería lo primero, más adelante vendrían
otras cosas, pero las autoridades porteñas se alarmaron con el estadunidense
porque sólo en 30 días y empleando a mil hombres levantó nueve pisos utilizando
fierro, acero y cemento.
La
obra fue clausurada porque era construida al borde de los arrecifes cuya altura
al nivel del mar rebasaba los cien metros “Que se va a caer con el primer
temblor”, “que es una obra altamente insegura”, “que construir ahí equivale a
un suicidio que las autoridades no podemos permitir”, “que” Desde entonces la
obra se clausuró y el proyecto del club exclusivo quedó sepultado.
Los
sismos nada han hecho en 27 años, las obra pesa cuarenta y un toneladas según
su creador, y valen veinte millones de dólares, toda una fortuna que contrasta
con la pobreza de los 60 mil colonos del lugar n esa época.
Para
atraer la atención mundial, Hayes, además de colocar sus obras sobre paredes y
techo del inmueble, fijó rampas de acero voladas sobre el precipicio y puso
llantas arriba una preciosa limousine traída de Estados Unidos equipada de todo
a todo; bar, cocineta, televisión, cama, aire acondicionado, calefacción y
vidrios antibalas polarizados y el lujoso carro ahí está, sin uso social,
contraste con el pésimo servicio de transporte urbano del que padecen desde
hace varios años los lugareños.
Hayes
colocó junto a la limousine un objeto en forma de barco y curiosas figuras en
movimiento escultural Por tan sólo esto desembolsó medio millón de dólares, en
ese entonces a viejos vecinos de La Mira, Hayes, no dudó en obsequiarles tres
millones de pesos que les entregó por conducto del dirigente priísta Evaristo Sotelo
Brito (líder de barrios y colonias de Acapulco), para introducir el agua
potable.
Admirador
de las obras de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros porque “indiscutiblemente
son revolucionarios” Dijo en su momento por tener la influencia de Picasso y Van
Anton, aunque al fin y al cabo está convencido de que “al artista que más
admiro soy yo”. Hal B. Hayes falleció en 1993.
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