A los padres los obligaron a firmar un documento para quitarle culpas a la empresa
Personal de la CFE y Protección Civil aseguraron que los mismos vecinos fueron quienes les dijeron que el niño estaba jugando con un objeto metálico, el cual nunca fue presentado ante las autoridades
El 13 de octubre de 2011, cuando Ángel tenía ocho años de edad, recibió una descarga eléctrica de alta tensión, lo cual le provocó quemaduras internas y externas en 65 por ciento del cuerpo.
De acuerdo con la versión de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y del Gobierno de la Ciudad de México, el menor estaba jugando con un tubo metálico en el balcón de su departamento, en la colonia Roma Sur, en un cuarto piso, cuando alcanzó un cable de luz.
Así, para ellos, el menor sufrió un accidente provocado por él mismo, por lo que aún se niegan a pagar la atención médica que por el resto de su vida requerirá este niño, quien ya tiene 14 años y necesita de 30 intervenciones quirúrgicas en el extranjero, sumado a una larga lista de medicamentos y aparatos ortopédicos.
Pese a esto, en 2014 la versión de la CFE y las autoridades capitalinas de la delegación Cuauhtémoc quedó desmentida gracias a un peritaje en medicina legal de la Procuraduría General de la República, mismo que señaló que Ángel no presentó ninguna lesión en las palmas de sus manos, y éstas “forzosamente se tendrían que haber presentado, si hubiese tenido contacto directo con el cable eléctrico a través de un objeto metálico agarrado por sus manos”.
Por si fuera poco, el mismo peritaje de la PGR aseguró que “no hay evidencia objetiva de la existencia del supuesto objeto, tubo, varilla o mango de escoba metálico, del que se hace mención en diversos documentos y testimoniales”, dados por el personal de la comisión y de Protección Civil de dicha delegación.
Al contrario, la PGR dijo que el accidente se debió un arco voltálico, lo que significa que una chista de corriente “de alto voltaje (que) viaja a través del aire”, ya que los cables de alta tensión que estaban frente al departamento no contaban con alguna clase de aislamiento, mismos que estaban a 1.5 metros de distancia del balcón, es decir, 80 centímetros menos de lo que permiten las normas oficiales de seguridad.
Sin embargo, y pese a que la PGR demostró que la versión de la CFE y las autoridades delegacionales habían sido falsificadas, la investigación fue archivada por el Ministerio Público de la Federación en 2016, argumentando falta de elementos para determinar si las autoridades implicadas son responsables de las lesiones.
El accidente de Ángel
En la declaración de Jorge y Norma, padres de Ángel, señalaron que su hijo estaba jugando en el balcón con unos carros cuando sucedieron los hechos:
“Escuché el estallido de un transformador –describió Norma, mamá de Ángel, en su declaración ministerial– cuando fui al cuarto en donde estaba mi hijo no lo encontré, (pero) su perro estaba ladrando en el balcón. Inmediatamente fui y vi que mi hijo estaba colgado de la pared del balcón, su cabeza estaba colgando hacia el vacío, y estaba lleno de llamas. Yo lo levanté y empecé a quitarle su ropa, y él tenía la vista fija, no respondió, imaginé que estaba muerto… lo acosté en el piso y empecé a gritar que alguien llamara a una ambulancia”.
Luego de esto, una ambulancia del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas llegó a los 10 minutos, misma que trasladó al menor al hospital de Tacubaya, a donde acudió la madre. Así, el personal de la CFE y de Protección Civil se quedó en el sitio.
Según el mismo expediente, la versión de que el niño jugaba con una varilla o un tubo metálico con los cables eléctricos fue establecida por el personal de Protección Civil, quienes según ellos escucharon dicha versión de los vecinos, lo cual fue retomado por empleados de la CFE, quienes incluso aseguraron haber visto el objeto metálico tirado en la calle, aunque nunca dijeron nada sobre este objeto a las autoridades judiciales que acudieron al lugar, pertenecientes a la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México, y por lo mismo, dicha evidencia no se preservó, si es que hubiese existido, publicó Animal Político.
“A mi hijo se lo llevaron al hospital de Tacubaya –recuerda Jorge–, ahí pasamos la noche… y también llegaron representantes de CFE, pero no se nos acercaron, se quedaron a distancia… Para el día siguiente, 14 de octubre, los doctores nos dicen que el niño podía perder la vida de un momento a otro: todas las venas, los tendones, los músculos de uno de sus brazos estaban tan hinchados, que tuvieron que abrirle la piel, tuvieron que realizarle un cateterismo al corazón, porque su pecho se había quemado mucho y su corazón estaba muy inestable… todos sus órganos estaban fallando, incluso hubo un momento en que sus riñones dejaron de funcionar”.
Fue gracias a la Fundación Michou y Mau que ese mismo día un hospital de Texas, especializado en la atención a niños quemados, aceptó darle tratamiento de emergencia de manera gratuita, aunque había un problema: el menor necesitaba de una ambulancia aérea para trasladarlo.
“Las opciones eran quedarnos en México –narra Jorge–, y que le amputaran una pierna y un brazo, con altas probabilidades de que muriera, o llevarlo a Texas, para que intentaran salvarlo con las mejores técnicas médicas del mundo. Los médicos en México nos sugirieron que vendiéramos todo lo que tuviéramos, para pagar el jet ambulancia”.
Fue así que los representantes legales de la CFE se aprovecharon del momento: “Se nos acercaron su apoderado legal, Pablo Arturo López Maldonado, y Juan Manuel Fernández Espinosa, ajustador contratado por la aseguradora Grupo Financiero Interacciones”.
“Obviamente, mi esposa y yo estábamos en shock, y entonces llegaron estos dos personajes, y nos dijeron que ellos pagaban la ambulancia aérea, que no habría ningún problema, pero dijeron que había que presentar un acta de hechos ante el Ministerio Público, como trámite para que la aseguradora Interacciones pudiera liberar el dinero. Pero luego le pusieron a mi esposa una condición: que dijera en esa acta de hechos que el niño tocó los cables con una varilla. Ella lo platicó conmigo y decidimos que no importaba, que haríamos lo que fuera con tal de conseguir el jet ambulancia”.
La renta de dicho jet le costó a la CFE 210 mil pesos, mas otros 200 mil que le dieron a la familia para gastos en Estados Unidos durante los primeros cuatro meses de atención médica de Ángel, luego de esto, la misma comisión les dio otras cinco aportaciones, por lo que al final les entregaron 610 mil pesos.
“Ese dinero, obviamente, no sirvió para nada: el niño no podía ir solo a Texas, tenía que ir con su mamá, y luego tuve que comenzar a acompañarlos yo, porque prácticamente había que cargarlo todo el tiempo, y mi esposa tuvo un problema de espalda por esa razón. Entonces, entre los gastos de manutención en Galveston, Texas, gastos humildes, comiendo lo más barato, y las medicinas y trajes especiales, ese dinero se esfumó. Y a partir de entonces, la CFE ya no ha querido hacerse responsable de nada”.
Para finalizar, los padres del menor aclaran que Ángel necesitará terapias y nuevas cirugías al menos hasta los 21 años, según lo que les dijeron los especialistas.
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