ACAPULCO,
Gro., 24 Abril 2016.- Desesperanza es la palabra que define lo que los ciudadanos
seguramente sienten al escuchar a los alcaldes de Acapulco y Petatlán negar su
responsabilidad constitucional en el tema de la seguridad.
En
plena campaña política por la alcaldía de Acapulco el 29 de abril del año
pasado, Evodio Velázquez Aguirre hizo un recorrido por las calles del Centro de
Acapulco, donde según su boletín de prensa retomado por varios medios de
comunicación, declaró:
“Le
voy a entrar al tema de inseguridad, no voy a huir como otros lo han venido
haciendo, otros que dicen que ni quieren, ni pueden, yo creo que el presidente
municipal es el principal responsable de la paz social”. Según notas
periodísticas prometió además “bajar 20 por ciento la inseguridad”.
A
casi un año de esa declaración, el 19 de abril pero de 2016 y ya como presidente
municipal constitucional de Acapulco, salió con que “ese no es mi papel, que
quede claro”.
Ojo.
Cuando candidato del PRD Evodio Velázquez no diferenciaba entre delitos y
competencias. Generalizó y dijo que bajaría “la inseguridad”.
No
faltó quien le refrescara sus facultades y obligaciones constitucionales en
materia de prevención del delito y garante de la paz social en su territorio,
como el abogado Victoriano Sánchez Carbajal, el ex diputado Rubén Figueroa
Smutny, y el alcalde priísta de Chilpancingo, Marco Antonio Leyva Mena, quien
le recordó que “los ayuntamientos pueden y deben combatir la delincuencia”.
En
defensa, el alcalde perredista de Petatlán, Arturo Gómez Pérez, con lujo de
ignorancia le pide a Leyva Mena leer las leyendas de las patrullas “que dicen
Policía Preventiva”, cuando es el munícipe petatleco quien debería leer la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la de Guerrero, y la Ley
Orgánica del Municipio Libre.
La
prevención del delito consiste precisamente en acciones para prevenir que no
haya asesinatos, robos, violaciones, ni gente armada moviéndose a sus anchas en
municipios como Acapulco y Petatlán, entre otros.
Si
los alcaldes Evodio Velázquez y Arturo Gómez tienen miedo de hacer su trabajo,
que renuncien. Los ciudadanos agradecerán que dejen el cargo a quien si quiera,
pueda, y tenga los suficientes pantalones para cumplir con su responsabilidad.
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