VERACRUZ,
Ver., 13 Marzo de 2016.- La última gran manifestación por la universidad
pública que se recuerda (disculpas por el Alzheimer) es la del movimiento estudiantil
del 68 con el doctor Javier Barrios Sierra, rector de la UNAM, ante el
presidente Gustavo Díaz Ordaz.
Fernando
López Arias gobernaba Veracruz y la comunidad académica de la Universidad
Veracruzana (UV), fue a la calle.
Entonces,
en la víspera López Arias, llamó a los líderes estudiantiles al palacio y les
advirtió que aplicaría la ley del garrote y la macana, de ser necesario y el 2
de octubre la aplicó.
Muchos
alumnos terminaron en las mazmorras de la dirección de Seguridad Pública, entre
ellos, Roberto Bravo Garzón, quien luego sería rector de la UV, Rafael Arias
Hernández, Juan José Rodríguez Pratts, el tabasqueño que estudiaba Leyes en la
UV, y Marcela Prado Revueltas, entonces, y además, joven cronista en el Diario
de Xalapa.
De
allá a la fecha se han registrado marchas pacíficas de profesores, por ejemplo,
aglutinados en la CNTE, más de 50 mil maestros en las calles y avenidas de
Xalapa, que estremecieron a la elite duartista en el poder sexenal.
De
López Arias a Javier Duarte, y según parece, ninguna otra marcha universitaria
se ha dado.
Ni
siquiera, vaya, cuando en el sexenio de Rafael Murillo Vidal, el subsecretario
General de Gobierno, Manuel Carbonell de la Hoz, tenía en la nómina a líderes
estudiantiles y a uno que otro alumno sobresaliente, y a quienes bien pudo
manejar como “la gran cargada” para su candidatura priista a gobernador que con
solo 8 palabras “Yo como veracruzano no he votado por Carbonell”, se la tumbara
Jesús Reyes Heroles, presidente del CEN del PRI.
Por
eso, “la monumental marcha” que hoy organiza la UV de la doctora Sara Ladrón de
Guevara expresa la sublevación de la comunidad académica 80 mil alumnos,
profesores y burócratas en contra de Javier Duarte, este pasado 10 de Marzo de
2016.
Días
de tensión y asombro como nunca antes se han vivido y padecido en Veracruz bajo
la égida de la llamada generación próspera en el poder, próspera, claro, para
ellos mismos, las elites.
Apenas
la víspera, socarrero, burlón, hiriente, perdonavidas, mesiánico, petulante,
creído, Javier Duerte, pidió a los reporteros de la fuente que por ningún
concepto hicieran enojar a la rectora, pues de lo contrario, se iría con todo
en contra de él.
Desde
hace ratito ya se fue cuando el góber tuitero empezó con sus “tomaduras de
pelo” sobre el pago de los 2 mil 70 millones de pesos de los subsidios estatal
y federal que desvió, digamos, y con la mejor de las intenciones, a otros
programas, a otras regiones, a otros bolsillos y/o al jineteo bursátil.
Ahora,
más burlón que nunca, se inmola en la hoguera pública recordando que envió una
iniciativa de ley para que a partir del próximo gobernador el subsidio a la UV
sea, mínimo, del 3 por ciento cuando ahora es del 2.5 por ciento.
Pero
en ningún momento habla de pagar el pendiente millonario a la máxima casa de estudios
que la han orillado a suspender programas y proyectos y a una austeridad
republicana más allá de lo normal, digamos, como si estuviera en tiempo de
guerra y con la derrota encima.
Javier
Duarte, habla del futuro y elude el presente y de paso una vez más se pitorrea
porque al momento el par de denuncias penales, una en la Agencia del Ministerio
Público federal y otra en la Fiscalía, interpuesta por la rectora en ningún
momento han caminado, por el contrario, estarían archivadas.
Dueño
de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y de las finanzas públicas y
de los cuerpos policiacos y del partido en el poder y de una parte considerable
de los medios, sigue haciendo escarnio de las personas y de las instituciones,
como si apenas estuviera en el primer año del sexenio.
El
tiempo, sin embargo, y por fortuna se ha ido y por delante solo le restan 8
meses con 21 días, descarrilado en el peor descrédito de la nación.
Por
eso la marcha de la UV, la marcha pacífica, el grito callejero, las cartulinas
y las lonas, resulta tonificante, para seguir luchando por una idea, un ideal,
pero más aún, por la justicia, que también, y en el caso de la Universidad,
significa el ejercicio pleno de la libertad y de la dignidad humana.
Por
sus pistolas y su bipolaridad y su cólera y su rencor y odio creciente, JD ha
hecho y deshecho con la UV, pero también con todos los actores sociales,
económicos y académicos, etcétera, de Veracruz.
La
carrera a la gubernatura le fue fácil. Le llegó cuando nunca lo esperaba. Y a
distancia fue la peor decisión de Fidel Herrera en su vida, quizá, acaso, con
toda la maldad del mundo para engrandecerse él mismo ante la población
electoral, consciente y seguro como estaba de la identidad sicológica,
siquiátrica y neurológica de Javier Duarte.
De
la luna de miel, digamos, con que Javier Duarte, inició el viaje sexenal dada
su juventud, lo terminará en el descrédito, solo aplaudido por los bufones y
los siervos que tanto lo halagan porque de igual manera “ordeñan la vaca”.
Nada
más terrible para un político que la conciencia crítica, lúcida, serena y
reflexiva de su pueblo, como en el caso la comunidad académica de la UV, que
hoy se lanzó a la calle reclamando lo que en justicia le corresponde.
La
vejez de un hombre, dice el libro de “La sabiduría” de la Biblia, en ningún
momento significa llegar a viejo cumpliendo años, sino en la prudencia, el más
alto galardón, y que un político adquiere pronto y expedito, porque lleva una
vida intensa.
En
el caso de Javier Duarte, la biblia se equivocó, ha gobernado Veracruz con los
tambores de guerra por delante para imponer su ley, con la rectora de la UV “el
tiro le salió por la culata”, se le sublevó, honrando a todos.
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