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BUENOS
AIRES, ARGENTINA., 22 Noviembre 2015.- El candidato opositor Mauricio Macri
ganaba el domingo la segunda vuelta electoral en Argentina con 54,16% tras ser
escrutados 34,34% de los votos, según los primeros datos oficiales.
Macri,
del frente Cambiemos, se imponía por más de ocho puntos de ventaja sobre el
candidato oficialista Daniel Scioli, que obtenía 45,84%.
De
mantenerse esta tendencia, Macri será el nuevo presidente del país sudamericano
y recibirá la presidencia el 10 de diciembre de manos de la presidenta Cristina
Fernández.
Unos
32 millones de argentinos estaban habilitados para elegir al sucesor de
Fernández, una controvertida líder que dominó la política nacional en la última
década.
Si
se confirma su triunfo, Macri pondrá fin a 12 años ininterrumpidos de
kirchnerismo, el movimiento de centroizquierda que crearon Fernández y su
antecesor y fallecido marido Néstor Kirchner (2003-2007) dentro del peronismo.
Los
gobiernos de ambos estuvieron caracterizados por una fuerte intervención
estatal en la economía, programas de asistencia a los necesitados y un estilo
personalista de ejercer el poder que provocó confrontaciones con rivales
políticos y una grieta en el seno de la sociedad.
Asimismo,
Cambiemos gobernaría a nivel nacional, en la provincia de Buenos Aires, la más
poblada e importante del país, y en la capital, bastión desde 2007 de Propuesta
Republicana, el partido creado y liderado por Macri.
El
opositor, de 56 años, propone atajar la inflación que economistas privados
estiman en al menos 27% anual, levantar rápidamente las impopulares
restricciones para la compra de dólares, corregir el tipo de cambio y acotar
las regulaciones que, a su entender, mantienen estancada la economía desde hace
cuatro años.
El
también alcalde de Buenos Aires asegura que no suprimirá los programas sociales
ni la nacionalización de empresas emblemáticas como la petrolera YPF llevadas a
cabo durante los dos mandatos de Fernández (2007-2015).
Macri,
el directivo más exitoso de la historia del club de fútbol Boca Juniors, espera
romper el maleficio de presidentes no peronistas que no pudieron terminar su
mandato en los últimos 60 años.
Además
de corregir los desequilibrios económicos sin alterar el bienestar de los
beneficiados por los programas asistenciales, el opositor deberá dar una
respuesta a la inseguridad y el avance del narcotráfico.
Argentina
se encuentra estable en comparación con el colapso financiero de 2001, cuando
entró en cese de pagos de su deuda por más de 100.000 millones de dólares y de
la noche a la mañana millones de personas de clase media se empobrecieron.
Sin
embargo, los planes de ayuda social que se multiplicaron en la década no
bastaron para conformar a los argentinos, que se quejan de deficientes
servicios sanitarios y obsoletos medios de transporte, así como de la falta de
viviendas, seguridad y de empleos y educación de calidad.
Otro
nubarrón que acecha es la disputa en los tribunales de Estados Unidos con un
grupo de bonistas que exigen a Argentina el pago de una deuda millonaria, la
cual ha ahuyentado a los inversionistas y mantenido al país excluido de los
mercados crediticios internacionales.
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