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El mito de la carne humana en el pozole prehispánico

Su nombre es de origen náhuatl y significa “espuma”

Según las recetas que fueron recabadas por los frailes españoles después de la conquista, indicaban que restos del cuerpo se cocían con maíz

El pozole es un caldo que se prepara con maíz, carne, chile y verduras y ha sido uno de los platillos más populares en México desde la época prehispánica.

Su nombre es náhuatl y significa “espuma”, ya que se preparaba con granos de un maíz especial llamado cacahuazintle. Durante el proceso se precoce dos horas en una solución de agua con óxido de calcio, de este modo los granos de maíz pierden la cáscara fibrosa que los cubre y cuando hierven se abren como flor, lo cual les da una apariencia de espuma.

Ya listo, se le agrega caldo con pollo o cerdo deshebrado, que se adereza con lechuga, cebolla, orégano, limón, rábano, chile y tortillas tostadas.

Con el paso del tiempo algunas personas he han agregado otros ingredientes, dependiendo de la región, por ejemplo, en Guerrero se le agrega tomate verde, en Michoacán chicharrón, en Colima queso blanco, en Jalisco cerdo y chile ancho (es la receta más conocida), y en las zonas costeras sardinas.

Pese a esto, pocos saben que en un inicio se le agregaba carne humana, ya que era una ofrenda gastronómica que se le entregaba al dios de la primavera en una plegaria por las buenas cosechas.

Así, Fray Bernardino de Sahagún da a conocer en la Historia General de las Cosas de la Nueva España, que durante las ceremonias en honor al dios Xipe Tótec (Nuestro Señor Desollado), al emperador Moctezuma se le servía un enorme plato de pozole, coronado con el muslo de un prisionero sacrificado, de acuerdo con un artículo publicado por Muy interesante.

Según las recetas que fueron recabadas por los frailes españoles después de la conquista, indicaban que restos del cuerpo se cocían con maíz. Sin embargo, algunas otras versiones aseguran que lo que se hervía con el pozole no era carne humana, sino de xoloitzcuintle, una raza de perro domesticado y criado para consumo humano.

En el libro Sabor que somos, coeditado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, hablan de una anécdota del conquistador español Nuño Beltrán de Guzmán, quien luego de vencer a los indígenas fue recibido por la cacica Itzoapilli Tzapontzintli y sus cortesanos con danzas y un suculento pozole.

“Dicen que acercándose don Nuño Beltrán de Guzmán a la olla pozolera, vio que en el maíz había restos humanos inconfundibles, por lo que iracundo echó mano a la espada y quebró de un tajo la olla de arriba abajo, conminando a la reina y los tonaltecos a ya no comer carne humana”, dice.

Pese a esto, y a la creencia de que todo ello fue un mito, este platillo se sirve hoy en las fiestas patrias al formar parte de la cocina tradicional mexicana, considerada patrimonio inmaterial de la humanidad.