ACAPULCO,
Gro., 19 Mayo 2016.- Cosas extrañas acontecen en el Instituto Nacional de las
Personas Adultas Mayores (Inapam), de Guerrero, cuyas oficinas se encuentran en
el olvidado Parque Papayo. Si no viviésemos en estos tiempos de tecnología
digital, le compraríamos la versión de los hechos a su directora, la
despampanante tecpaneca, Sandra Belkis Ocampo.
Para
ella, lo ocurrido allí hace dos semanas, no tiene una motivación lógica y
razonable, sino que proviene de los enemigos del gobernador Héctor Astudillo,
claro, sus enemigos, los que un acto de irracionalidad, incursionaron en esas
oficinas y destruyeron el mobiliario del lugar.
Sandra
Belkis (2)Los hechos, no consignados por los medios de comunicación, ocurrieron
en las oficinas que la dependencia tiene en la calle de José María El Cano,
dentro del parque Papagayo. Sólo fueron denunciados internamente y comunicados
a su jefe, el gobernador.
La
versión de la blonde clairol, que sólo corre entre funcionarios astudillistas y
empleados de la dependencia, nadie le da un comino de credibilidad. El que un
grupo de desconocidos, vándalos con un odio irracional, como el de los obreros
ingleses a la máquina de vapor, a la tecnología, arremetieran contra los
muebles viejos de su “incómoda” oficina y destruyeron equipo de cómputo y
arcaicas máquinas de escribir en donde hacían las credenciales de los adultos
mayores, es de lo más increíble y absurda.
Lo
que para la funcionaria también pudo haber sido cosa del demonio, se ejecutó
sin que los vándalos forzaran cerraduras. Algunos empleados han dicho que más bien, a esos vándalos, alguien le dio
todas las facilidades para destrozar las oficinas que no nunca le han gustado a
la funcionaria.
Y
es que, desde que llegó a ese lugar, reclama un sitio en el Olimpo de las
pretensiones burocráticas de la nueva administración: el edificio inteligente
iniciado durante el gobierno de Zeferino Torreblanca Galindo y que ya desata
una lucha interna entre funcionarios del gobierno estatal por tener su oficina
allí.
En
el recuento de daños a las oficinas del Inapam, se encontraron varias
computadoras destruidas, tal vez azotadas contra el piso, y a las que se les
arrojó un líquido corrosivo, máquinas de escribir sometidas al mismo primitivo
trato y nada más. Ningún documento sustraído, todo en desorden pero completo.
No fueron ladrones, nada se perdió. Fueron personas con un odio feroz enfocado
a los muebles, quizá vándalos contratados para realizar tal acción. No hay otra
explicación.
Mientras
tanto, los servicios en el Inapam están semiparalizados y su directora, una
renejuarista que según dice fue colocada en el puesto por don Ramón Sosamontes,
solo espera que la cambien al edificio de la Costera donde asegura que la gente
mayor tendrá un trato digno y no en esa especie de zahúrda, “pocilga” dice
ella, que le dio el gobernador para despachar.
Ojalá
que en el Parque Papagayo o donde sea, se cumpla bien con la atención que
merecen los adultos mayores, y que el organismo deje de ser fuente de
enriquecimiento y trampolín de funcionarios como en las últimas
administraciones ha sido.
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