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Muchas gracias…

Miguel Ángel Mata Mata.

ACAPULCO, Gro., 21 Marzo 2016.- Nos tomó por sorpresa. Quique, Enrique Cortés Chávez, ha fallecido. Al parecer, un paro respiratorio le ha enviado Dios para llevarle junto a Él. Nosotros, aquí, quedamos con la ausencia de alguien.
Quique fue un modesto reportero. Sembró y cosechó amigos. Como todos hacemos en este noble, bello y masoquista oficio: a veces desayunaba con el gobernador, comía con un diputado o regidor, cenaba con un magistrado o el presidente municipal pero, invariablemente, llegaba a casa, en un camión urbano, tan solo para sentir las rendijas de viento que se colaban hasta su cama.
A partir que le amputaron la pierna (se la mocharon, diría un calentano mal hablado a quién reprimieron por su expresión), Quique generó polémica. Unos a favor. Otros en contra. Unos le ayudaron. Otros hicieron como que le ayudaron. A unos les valieron las críticas. Otros cuestionaron por promover esa ayuda. Todos, sin embargo, coincidieron en algo: sacaron la bondad que llevan escondida en un rincón de su corazón.
Algunos le acercaron herramientas para suplir la ausencia de un miembro de su cuerpo. “Gracias”, dijo al recibir las muletas y luego la silla de ruedas. “Ya me urge salir a trabajar y chayotear a los alcaldes de la Costa”, sonrió desde su cama para sostener que su vida cambiaría. “Ya me he acercado a Dios. Ya iré al templo”, confió.
Vimos su tristeza. Nos conmovió. Luego de tres horas nos lo dijeron: ha fallecido.
Es injusto que los corazones negros y resentidos aprovechen la tragedia para lucrar y pretender un beneficio económico a partir de la muerte de Quique. Ojalá Dios les perdone el odio y rencor que sienten en contra de un mundo que no es como ellos se lo imaginan. Han de saber que el mundo no es como quisiéramos. El mundo no es como debe ser. El mundo es… así como es.
Es justo dar las gracias a quienes, en vida, tendieron la mano para llevarle, hasta su casa, algún beneficio que paliaría su nueva vida: Gracias Héctor Astudillo, Erika Luhrs, Alicia Zamora, Manuel Añorve, Julieta Fernández, Samuel Reséndiz, Alejandro Bravo, Evodio Velázquez, Pedro Mendoza. Se tocaron el corazón. Dieron apoyo a quien aún vivía y con ello le daban esperanza.
Muchas gracias a Fabián Herrera, Juan José Guadarrama, Mauricio Flores, Domitilo Soto y, sobre todo, a nuestro compañero Alejandrino González Reyes. El esfuerzo de dar aliento, en vida, va más allá de la muerte. Estoy seguro que Quique se llevó esa impresión.
Hoy se ha ido. Podemos sentarnos a llorar su partida. Podemos llevarle flores, llorar en el funeral, beber hasta embrutecer, contra chistes, hablar de mil anécdotas y volver, luego, a ser como somos: seres humanos con corazones llenos de amor o rencor.  Nosotros aquí nos quedamos. El ya está junto a Él.        
Adiós Quique. Gracias por vivir. Gracias por haber estado entre nosotros.

Gracias de parte de tu amigo Miguel Ángel Mata Mata. Nos vemos al rato y, como dicen que decías: “Grupo Tigre”. Allá nos vemos.