CUANACAXTITLÁN,
SAN LUIS ACATLÁN, Gro., 04 Noviembre 2015.- Cuando los pobladores de
Cuanacaxtitlán llegaron al panteón para llevar sus muertos a sus casas el 1 de
noviembre, encontraron algo nuevo: la lengua en que se hablaba con sus
visitantes no es la misma. El que antes era orador tradicional, ahora reza en
español.
Lo
único que no cambió son los cánticos fúnebres que la banda Fortunato repite una
y otra vez bajo el frío de la madrugada de otoño.
En
cambio, los rezos en español se repiten una y otra vez ante el desuso de la
lengua, lo que ocasiona que las costumbres que durante más de quinientos años
guardaron los habitantes de este lugar, agonicen bajo el influjo del
catolicismo, que se impone con el cobijo de los sacerdotes que cuidan la
parroquia del pueblo.
Los
encargados de la hermandad religiosa dicen que el cambio brutal se debe al
desgaste que genera el novenario de diez días en el panteón todos los días.
Después
de los rezos religiosos, Genaro Silverio García, rezandero contratado para esta
ocasión, sacó de su morral un cuadernillo amarillento de pasta azul para
invocar la marcha fúnebre como aviso de que todos deben de regresar a la
Iglesia.
Sofía
sopla una y otra vez al sahumerio, para generar humo abundante antes de empezar
con la procesión de unos 800 metros. Entre el pequeño grupo caminan hombres y
mujeres que llevan sus velas y flores.
Después
de que Genaro entonó el décimo párrafo en latín, letanía fúnebre para ese día,
todos los visitantes del panteón cogieron sus velas y flores para acompañar a
los músicos que tomaron camino hacia la Iglesia.
Caminaron
lentos, muy lentos, como queriendo detener el tiempo antes de sus muertos
quieran regresar a la tumba.
Tomaron
la única calle que comunica con la carretera de Azoyú a Cuana. Allí, alumbrados
con velas y envueltos con el humo de copal, recorrieron la principal vía de la
comunidad.
El
rostro de los vecinos es de angustia, y no es para menos: este año no llovió
acá, los arroyos se han secados como si fueran el desierto.
En
el camino los músicos no pasaron más de dos pieza fúnebres antes de llegar a la
catedral de San Agustín de Hipona.
En
el recorrido, niños y mujeres se sumaron al cortejo fúnebre. Llegaron a la
catedral con las campanadas fúnebres que se acostumbran cada año durante la
fiesta de muertos. El sonido de las campanas es lo único que le queda a los
habitantes de este pueblo.
Después
de llevar las flores a la Iglesia, el rezandero y la hermandad religiosa
visitaron la comisaría municipal para depositar las flores y las velas. Allí,
Genaro cantó en latín con el acompañamiento de la banda de viento.
Después
visitaron la casa de bienes comunales y ejidales con los mismos ritos de cada
año.
Una
vez que concluyeron la ceremonia religiosa, las autoridades civiles y agrarias
invitaron cervezas y refrescos.
En
esta comunidad sumida en la pobreza y con un alto índice de migración, los
Na’savi, día a día van perdiendo su identidad cultural.
Así
como esperan sus familiares que vienen de la casa de los muertos que partieron
de la comunidad, también esperan que lleguen los 15 muertos fallecidos en los
Estados Unidos, unos en su intento por cruzar la frontera; otros en la tierra
gringa.
Pareciera
ser que los Ñuu savi no cambian. Pero no es así, en la región le han aportado a
la seguridad que el paso 15 de octubre festejaron el 20 aniversario de la
Policía Comunitaria que el actual comisario municipal, Francisco Félix García
le tocó organizar para enfrentar la delincuencia organizada en esta zona en los
años noventa.
Es
por eso quizás que Genaro repitió una y otra vez los nombres de los ex
comisarios fallecidos hace años. En su conversación con los muertos habla de
que las nuevas personas que ocupen cargos en la comunidad sean buenas personas.
De
entre los señores de la comunidad figura Laurencio Ponce Ramos, quien fue
regidor en el municipio en 2002-2005 por el Partido Acción Nacional. Lo que
extraña de la presencia del ex edil en la velada es que él en su reiterada
plática con los vecinos siempre ha manifestado su desacuerdo con las fiestas
religiosas a pesar de su origen partidista.
En
la plática con Ponce Ramos, afuera de la casa ejidal dice que aspira ser
mayordomo en un lapso de tres años para celebrar a los muertos que le dieron
libertad y tierra.
“Mira,
no creo en Dios ni en las imágenes religiosas, pero estoy valorando ser
mayordomo dentro de tres años, espero que me contemplen al momento de buscar a
los nuevos serviciales, porque esto es lo nuestro, es lo que nuestros abuelos
no heredaron y hay que servir a lo que somos”, explica.
Después
de entregar las flores, todos encaminaron a la casa de mayordomo, donde
comieron mole de guajolote, bebieron chilate y chicha (bebida fermentada a base
de maíz y piloncillo).
Una
vez que todos comieron y bebieron se organizaron para llevar la Cofradía a la
casa de los nuevos mayordomos, a quienes les impusieron el collar de
cempaxúchitl y les entregaron comida, tequila y cervezas.
Agustín
Arenas
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