CIUDAD
DE MÉXICO, DF., 20 Octubre 2015.- Cuando los Afroamericanos eran tratados como
basura en EEUU 2 velocistas americanos levantaron el puño en el podio de los
Juegos Olímpicos de México 1968 reivindicando los derechos humanos de los
Afroamericanos en su país.
Fueron
expulsados inmediatamente, su carrera deportiva terminó, recibieron amenazas de
muerte y terminaron uno de lavacoches en Texas y el otro de estibador en el
puerto de Nueva York. Fue gracias a gente valiente como ellos que la
segregación racial en EEUU retrocedió un poco.
Pero
la historia del blanco de la foto es menos conocida y es digna de una película.
Es australiano, se llamaba Peter Norman y fue medalla de plata en esa carrera.
Yo pensaba que estaba ajeno a la movida que se montó detrás de él pero no es
asi.
Los
2 americanos le explicaron lo que iban a hacer y que le parecía. Norman
contestó: “Creo que todo hombre tiene derecho a beber la misma agua. Creo en lo
que creen ustedes”. Y a continuación señaló el distintivo de la lucha de los
negros (la pegatina redonda blanca que se ve en la foto) y preguntó si tenían
uno para él. De esa forma mostró su solidaridad con la lucha de los
Afroamericanos.
Las consecuencias
para el australiano fueron terribles.
Fue
condenado al ostracismo. No sólo se le hizo difícil seguir corriendo; tampoco
conseguía quién le diera trabajo. Repetidas veces lo invitaron a pedir perdón
por el episodio de México, pero él se negó, y siguió entrenando por las suyas y
logrando tiempos superiores a sus rivales. En los cuatro años siguientes batió
trece veces la marca de calificación en los 200 metros para ir a las Olimpíadas
de Munich en 1972, pero no lo convocaron al equipo nacional y, por primera vez
en la historia de los Juegos, Australia no tuvo sprinter en las finales de 100
y 200 metros. Norman intentó dedicarse al fútbol australiano profesional pero
una lesión en el tendón de Aquiles lo puso al borde de perder la pierna por
gangrena. Se hizo adicto a los calmantes que le recetaban, luego alcohólico,
luego se recuperó y empezó a militar en el sindicalismo y trabajar en una
carnicería. Usaba su medalla olímpica para trabar la puerta de su departamento.
Cuando
se anunció que Australia organizaría los Juegos en el 2000, se ilusionó con que
lo incluyeran en los festejos. Los organizadores de Sydney invitaron a todos
los medallistas olímpicos australianos a desfilar el día de la inauguración,
pero a Norman no sólo lo excluyeron del desfile: ni siquiera le mandaron
entradas para ir al estadio. Era el mejor velocista de la historia australiana
pero no existía. Incluso en la estatua que se había erigido en el campus de San
José, California, conmemorando aquel podio de México 68, el segundo lugar
estaba vacío.
Cuando
murió en el 2006, los 2 ex velocistas americanos viajaron hasta Melbourne y
llevaron su féretro. La banda que acompañaba el cortejo tocaba “Carros de
fuego”.
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