CIUDAD
DE MÉXICO, D.F. 23 Septiembre 2015.- “Si caigo yo, caes tú”, advirtió Jesús
Murillo Karam a Enrique Peña Nieto, según confió el exprocurador a allegados
tras el derrumbe de su “verdad histórica” sobre los 43 normalistas de
Ayotzinapa y justo cuando estaba en curso su nombramiento como embajador en
Portugal.
Desnudas
las mentiras, validada la hipótesis central de los hechos de Iguala sólo por un
puñado de incondicionales, es remoto que Murillo Karam pueda ser ya ratificado
por el Senado para convertirse en embajador –un aval que está en manos del PAN
y que por tanto es posible–, pero de lo que no hay duda es que quedará sin
castigo.
Murillo
Karam no será procesado ni enjuiciado políticamente por los delitos que como
servidor público cometió –obstrucción de la justicia, omisión, encubrimiento,
tortura–, pero no por la supuesta amenaza a Peña, sino porque la impunidad ha
sido el estilo personal de gobernar de éste.
Sólo
la impunidad mantiene en la Secretaría de Gobernación a Miguel Ángel Osorio
Chong, responsable político y administrativo de la custodia del narcotraficante
Joaquín El Chapo Guzmán, cuya fuga puso en ridículo mundial a Peña.
Y
es la impunidad la que hizo a Peña designar a Arturo Escobar como subsecretario
de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación. Porque
–ojo– fue Peña, no Osorio Chong, quien le dio el empleo.
Transgresor
sistemático de la Constitución y la ley como líder máximo del Partido Verde, no
hay manera de que Escobar prevenga la violación de éstas. Es como enderezar a
un jorobado.
Pero
por más que organizaciones sociales exijan a Peña que reconsidere el
nombramiento de Escobar y se acumulan firmas de ciudadanos que se niegan “a que
nuestros impuestos sean usados para retribuir a un personaje que no cuenta con
los méritos ni la capacidad necesarios para el desempeño de la función que se
le está encomendando y que, además, es representante del partido político que
históricamente más ha violado la ley y que debió haber perdido su registro”, la
arrogancia se impone: Escobar seguirá.
Cuando
Escobar llama “premio” a su nombramiento es porque así es: Peña lo premia
porque, sin la inconstitucional e ilegal campaña del Partido Verde Ecologista
de México (PVEM), el PRI –con sus 202 diputados– no tendría ninguna posibilidad
de ser mayoría, así sea raquítica.
Los
47 diputados del PVEM, varios de ellos confesos priistas –en realidad iguales
unos y otros–, sumaban 250 antes de anularse la elección en un distrito de
Aguascalientes, pero con los 11 de Nueva Alianza, el partido de la defenestrada
pero multimillonaria Elba Esther Gordillo, garantiza que los priistas harán las
reformas que les dé la gana, no habrá ninguna si no les gusta y sin ellos
cualquier petición de juicio político irá al caño.
Y
peor: Peña y el PRI –Manlio Fabio Beltrones– tienen un nuevo aliado: El Partido
Encuentro Social, cuyo coordinador de sus ocho diputados es Alejandro González
Murillo, sobrino justamente del exprocurador Murillo Karam.
¿Cómo
al menos enjuiciar políticamente al autor del montaje de Iguala, como plantea
la jurista Layda Negrete en http://horizontal.mx/murillo-karam-juicio-politico/
si en la Cámara de Diputados no existe ni una mayoría para instar la Sección
Instructora y si su sobrino está ahí como diputado custodio?
Ya
lo declaró el propio González Murillo: Encuentro Social apoyará a Peña y a su
gobierno, “porque si al presidente le va bien, nos va bien a todos”.
APRO.
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