ACAPULCO,
Gro. 28 Septiembre 2015.- El pasado diciembre, el gobierno de Enrique Peña
Nieto pretendía dar carpetazo al caso de la desaparición de los 43 normalistas
de Ayotzinapa y planeaba tomar violentamente la Normal Rural “Raúl Isidro
Burgos”, sin importar que ello significara una matanza.
Así
lo dice a Proceso el gobernador sustituto de Guerrero, Rogelio Ortega Martínez.
Sostiene que se opuso al planteamiento de tomar la escuela rural por la fuerza,
propuesto desde la Secretaría de Gobernación (Segob).
Con
11 meses como gobernador de un estado sumido en el caos por la convulsión
social y la violencia permanente del crimen organizado, Ortega, catedrático de
la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG) y fundador del Instituto
Internacional de Estudios Políticos Avanzados Ignacio Manuel Altamirano,
reflexiona sobre las dificultades de su mandato al cumplirse un año de la
tragedia de Iguala, donde además seis personas fueron ejecutadas
extrajudicialmente y más de 40 resultaron heridas.
Entrevistado
el lunes 21 en la residencia oficial Casa Acapulco, en la exclusiva zona de
Pichilingue del puerto guerrerense, narra algunas de las diferencias que tuvo
con Osorio Chong, para atender la conflictividad social.
Reproduce
el diálogo vía internet que tuvo con Osorio Chong y “mandos” de las secretarías
de la Defensa Nacional y de Marina, de la Policía Federal, la Procuraduría
General de la República (PGR) y del Centro de Investigación y Seguridad
Nacional (Cisen) una madrugada de diciembre que no pudo identificar con
claridad.
Designado
gobernador el 26 de octubre de 2014, para suplir al defenestrado perredista
Ángel Aguirre Rivero, Rogelio Ortega fue dirigente estudiantil de la UAG en el
gobierno de Rubén Figueroa Figueroa, en cuya administración fue detenido y
torturado durante ocho días en mazmorras custodiadas por Mario Arturo Acosta Chaparro,
entonces responsable de las corporaciones policiacas de la entidad (Proceso
1983).
Chilpancingo en
llamas
Dice
Ortega que se había corrido la versión de que “miles de contingentes iban a
salir de Ayotzinapa por la noche para ir a quemar todos los edificios públicos
en Chilpancingo. Iba a ser la mayor tragedia de la historia con el riesgo de
que se extendiera a toda la población”.
A
través del chat que tiene el mandatario con las instancias federales, se le
informó que en la intentona participarían 4 mil personas que supuestamente esa
noche estaban concentradas en la escuela rural, a media hora de la capital
guerrerense, con todo lo necesario para el incendio.
Instalada
la IX Región Militar en Chilpancingo, y la VII Naval en Acapulco, y con
refuerzos de 12 mil efectivos del Ejército y mil 200 de Gendarmería, el
planteamiento que se le hizo a Ortega para “abortar” el supuesto plan de los
normalistas y organizaciones aliadas, era la toma por asalto de la escuela.
Sin
titubeos, sostiene que en el chat con el gobierno federal se le dijo que “la
única forma es ir a tomar de una vez Ayotzinapa. O bien, en el tramo carretero
dejarlos avanzar cinco kilómetros, poner un tope adelante y atrás y ahí ya
detenerlos”.
En
ese momento, era de madrugada, tras escuchar el plan de los “mandos”, lo que
imaginó Ortega es que de llevarlo a cabo “hubiera sido una batalla campal”.
Gloria
Leticia Díaz / Proceso (Fragmento del reportaje que se publica en la revista
Proceso 2030, ya en circulación).
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