RANCHO
COAPA, AYUTLA., 24 Septiembre 2015.- Doña Dominga Rosa –madre de Felipe Arnulfo
Rosa, normalista desaparecido el 26 de septiembre en Iguala– sostiene una
pequeña foto de su hijo, a quien busca desde hace más de cinco meses. Ella, sin
conocer Ayotzinapa, tuvo que sortear brecha entre pinos y carretera lodosa para
llegar hasta donde Felipe le dijo que iba estudiar para maestro rural.
La
casa de Dominga está en el lomo del cerro que decora Rancho Ocoapa, municipio
de Ayutla. En esa población abandonada por el gobierno viven 164 habitantes.
Hay 68 hombres y 96 mujeres.
Ese
día, cuando platiqué con ella, en su casa de tabla que está por caerse, me dijo
en su lengua tu’un savi (mixteco) que cuando su hijo subía caminando a Rancho
Ocoapa llevaba cuadernos y lápices para sus sobrinos, que se quedaron sin papá
en agosto de 2012.
“Xäku
ni ini yu, xá ya kivi na nduku yu ta sé’e Felipe, inn ndara sakan ndoo xí’in,
tyi ni na sini kú xá’ani na ñani ra, kuañu ni koo kivi kóo va’a ini yu” (Mi
corazón llora mucho, ya han pasado días desde que busco a mi hijo Felipe y no
lo encuentro, es el único que me queda, porque la gente mala mató a su hermano.
Por eso no creo que mi corazón viva bien).
Dominga
contó en esa plática que el 15 de agosto Felipe se despidió de ellos y le
prometió a su papá que cuando regresara de vacaciones en diciembre les ayudaría
a cortar un pino para sacar tablas nuevas con las que construirían otra casa
porque la suya está por caerse.
Por
la noche, Dominga me invitó a pasar a la cocina de su casa. Ahí, sentada al
lado de la fogata, recuerda su vivencia en Ayotzinapa desde que les avisaron de
que su hijo desapareció.
Dice
que pensó que la policía los había llevado a la cárcel, así que su esposo
consiguió dinero prestado para que los dos viajaran a Tixtla. Lo poco que
llevaban lo ocuparon para pagar pasaje.
De
ahí, hablaron con un familiar para que les prestara algo más para pagar la
fianza, si es que eso se necesitaba, pero cuando llegaron a Ayutla les dijeron
que su hijo había sido desaparecido, así que se trasladaron a Ayotzinapa en
donde estuvieron 20 días.
–Kuvi
ka’an yu tu’un sa’an, nda ña kuvi ka’an, sa kóo kakan takui xi’in ista (No sé
hablar el español, sólo sé pedir agua y tortillas).
Dominga
acepta que no puede entender otro mundo que se ha ensañado con ella, pero sí
sabe que las otras mamás y papás que están en Ayotzinapa sufren igual que ella.
Luego dice que la delincuencia está en todas partes, así como en su pueblo le
mataron a un hijo, también en la ciudad matan y desaparecen a los jóvenes.
“Mi
marido Damián Arnulfo Marcos (traducción), sufre mucho, está muy dolido, no
duerme, no come, extraña mucho a Felipe, siempre me habla de él.
Cuando
estamos en la Ve’e ka’vi (escuela), me platica de sus recuerdos, de aquellos
días que nuestro hijo hacía mandado, cuando venía a la casa, se encargaba de
limpiar la milpa, el cafetal, la cañaveral, por eso lo buscamos mucho. No es
chocante para comer. Come de todo, se sienta aquí en la mesita a comer con mis
nietos. Él es muy trabajador, no es nada flojo, desde muy niño empezó a
estudiar”, dice.
Después
de cenar, Dominga pide que la acompañe al pequeño altar que montó en su casa
para recibir a los muertos. Ahí platica con su hijo Victoriano Arnulfo Rosa,
ante la luz titilante de las velas que se niegan a iluminar la casa.
-Yuva
mí ka’an yu xi’in un xaa in ña mani / ku’un na ndukun ñani un Felipe / ta na
ndiko ra ve’e / kunda un ra / na koo ña u’uvi na ku ndo’ra (Gran padre te hablo
para pedirte un favor / ve a buscar a tu hermano Felipe / tráetelo de regreso a
casa /cuídalo mucho donde quiera que ande /que no pase dolor y que no sufra
donde anda) –dice mientras acomoda el rosario de cempaxúchitl en el altar.
–Quiero
que me platiques más de Felipe, cada cuánto viene –le pido en la lengua tu’un
savi.
–Cuando
viene me trae dinero, me lo da a guardar para sus gastos. La última vez que
vino me dio su dinero, el día que regresó se lo entregué, pero él no quiso
llevarlo, me dejó 500 pesos. De ese dinero ocupé para que nos fuéramos a
Ayotzinapa –recuerda.
Kau
Sirenio. Periodistas de a Pie.
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