CIUDAD
DE MÉXICKO, DF., 28 Junio 2015.- En el artículo publicado en el 2013, se
recuerda que a principios de la década pasada, hubo un gran alboroto por
algunos estudios que pretendían demostrar que la bisexualidad masculina no
existe, “Eres gay, heterosexual o estás mintiendo”.
El
consenso general era que, si un hombre era bi, era porque estaba pasando por
una etapa, un lapso temporal de sexualidad omnívora en esta dicotomía
homo/hetero.
Los
científicos incluso llegaron a realizar experimentos en los que hombres y
mujeres que decían ser bisexuales eran conectados a un pletismógrafo (detector
de erecciones) mientras veían porno. Mientras que las mujeres se excitaron
tanto con videos gays como heterosexuales, los hombres tendían a sentirse
afectados únicamente por uno u otro.
Estos
descubrimientos, aunque difícilmente útiles más allá de confirmar que los
detectores de erecciones son una realidad, y el hecho de que un equipo de
personas haya pasado varios años estudiando a otras mientras veían porno y
registrando su nivel de excitación, hizo que los medios y el mundo LGBT
prácticamente se alborotaran.
Periodistas
y académicos escribieron sin cesar sobre el “mito de la bisexualidad
masculina”, citando también otro estudio que sugería que 40 por ciento de los
homosexuales se habían identificado como bis en algún momento de sus vidas,
antes de elegir un lado, como buenos hombres que saben tomar decisiones.
La
marcha del progreso continuó hasta 2011, cuando investigadores decidieron
volver a visitar el tema. Esta vez, no era suficiente identificarse como
bisexual; si querías tener ese detector de erecciones amarrado al pito, tenías
que haber estado de relaciones de largo plazo con ambos sexos.
Los
resultados cambiaron; estos hombres se mostraron mucho más excitados por los
dos tipos de pornografía y por fin el estigma que rodea a la bisexualidad
masculina había desaparecido para siempre, ¡Mentira! Seguimos siendo terribles
en cuanto a identidades sexuales alternativas se trata.
La
gente es más receptiva al tema de la bisexualidad hoy en día (incluso el vocero
de la comunidad LGBT estadunidense, Dan “los hombres no pueden ser bi” Savage,
se haretractado), pero admitir que una orientación sexual particular existe, no
es lo mismo que aceptarla. Además, todavía es más difícil ser parte de la
comunidad LGBTQ que ser un heterosexual cualquiera. Sin embargo, ¿cuántos de
nosotros somos realmente heterosexuales?
La
escala de Kinsey tenía seis puntos, y sólo dos de ellos son completamente
hetero u homosexuales. Desde la década de 1860, Karl Ulrichs publicaba
investigaciones que sugerían que hombres y mujeres podían no sólo ser
bisexuales, sino que existían dos formas distintas de bisexualidad: conjuntiva
y disyuntiva, conjuntiva implicaba: “ama a los dos, coge con los dos”, mientras
que disyuntiva era más del tipo “coge con los dos, ama sólo a uno”.
Tiene
sentido, conozco lesbianas a las que de vez en cuando se les antoja cabrón con pene
pero que no soportarían estar con un hombre a largo plazo, lo mismo pasa con
los gays obsesionados con las tetas, más allá del “lindas boobs, nena”, la gran
mayoría de los heterosexuales seguro ha activado su pletismógrafo interno con
un poco de porno queer, lo sé.
Para
en el 2013, parece que muchos de nosotros podemos reconocer que está mal
considerar a los bisexuales como unos cerdos mentirosos y pervertidos, o
cualquier otro estereotipo, la mentalidad de “tu vida es una mentira” detrás de
los estudios de principios de la década pasada parece cosa del pasado, pero
espera, sí lamento informarte que hasta donde sé prácticamente nadie cree que
se pueda ser realmente feliz siendo bisexual, al menos no si se es hombre.
Imagínate
esto: todos en una fiesta comparten historias de aventureras sexy. Dos chicas
confiesan haber tenido cosas con otras chicas en la universidad, porque ¿por
qué no? La gente se ríe o aplaude o susurra. ¡Qué revelación tan divertida! Un
hombre en la fiesta agrega: “Una vez le chupé el pito a alguien, sólo para
probar”. Grillos. El disco se raya. Una bola de pelos rueda para la pista.
Todos están
impactados y dejan de compartir historias y la noche termina antes de que se
derramen las primeras lágrimas en las escaleras.
Esa
noche, cuando el hombre que compartió demasiado se va a casa, su novia está
confundida y nerviosa, ¿Ha estado saliendo con un “gay” todo este tiempo? ¿Por
qué le diría eso a todos sus amigos? Qué vergonzoso, lo mismo sucede con los
threesomes: un “buen” threesome involucra a dos chicas y un pito.
Mientras
que dos hombres y una mujer es lo que se conoce como “el threesome del diablo”,
he visto relaciones abiertas en las que la mujer puede hacer lo que sea,
incluso estar con otras mujeres, mientras que el hombre permanece monógamo y
fiel, feliz de gozar un poco de esa acción lésbica.
Quizá
nos hayamos relajado con los hombres bisexuales, pero aquellos hombres que han
degustado un pito todavía son víctimas del “gay, heterosexual o mentiroso”, incluso
en un contexto casual, las mujeres tienen más libertadas que los hombres,
quienes tienen prohibido participar realmente en actividades bisexuales
disyuntivas.
Es
el elefante en la habitación, ¿Pero por qué? ¿Por qué la idea de dos mujeres es
recibida siempre con dos gigantescas erecciones de aprobación, mientras que la
acción hombre-hombre es “Oigan, muchachos, qué asco”? ¿Por qué una relación
lésbica en la universidad es algo lindo, mientras que una chupada experimental
después de la práctica de futbol convierte a alguien en un HOMOSEXUAL DE POR
VIDA?
Creo
que tiene que ver con ideas anticuadas sobre el género y la sexualidad. Según
esta mentalidad, la sexualidad femenina es pasiva y sumisa: “Uuuu, ¿otra chica
quiere jugar con nosotros? ¡Suena divertido! Hagamos cualquier cosa siempre y
cuando estemos complaciendo a alguien que no seamos nosotras! Nos encanta ser
sometidas”; mientras que los hombres prefieren penetrar suaves receptáculos con
sus enormes penes.
Maduren
Me
gustaría hacer un llamado a un “supérenlo” colectivo. Las ideas anticuadas
sobre quién puede tener qué tipo de sexo son injustas para todos, y hay muchos
hombres, familiares, amigos y parejas, que se sienten obligados a reprimir sus
saludables deseos sexuales, con tal de evitar ser juzgados.
¿A
quién le importa? ¿Por qué no pueden hablar de ello con la misma libertad que
las mujeres? Comerse una hamburguesa no anula toda posibilidad de
vegetarianismo; sólo quiere decir que se le antojó algo diferente ese día.
Aquellos que piensen lo contrario pueden comer pito. Y contarme cómo les fue,
pues seré completamente comprensiva de su derecho a hacerlo, tengan o no tengan
uno parecido.
Mónica
Heisey
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