GUERRERO,
MÉX., 25 Mayo 2015.- Lorenzo, mi padre trabajó durante 20 años en el corte de
madera en la selva campechana. Taló árboles que fueron a parar en los
aserraderos donde hicieron muchos muebles. Quizás ninguno de esos árboles
sirvió para hacer los muebles de tu casa, pero tal vez, alguno este rondando en
las casas de tus amigos de tu clase al cual representas.
Tal
vez tampoco comas las frutas que manos indígenas, que mal llaman ustedes
campesinas, siembran y cosechan todos los días, pero nadie puede negar que eso
puede ser posible. No creo que todos los alimentos que degustas diariamente tú
y toda tu parentela sean de exclusiva importación. No lo creo. Puede ser
posible que esas carnes que alguna vez llegan a tu mesa fueron criadas por
manos indígenas, que mal llaman campesinas.
Lorenzo,
mi padre no habla bien el español, y se comunica conjugando mal los verbos,
omitiendo o cambiando los artículos. No es toro sentado, es sólo un hombre que
se vio obligado a bajar de la montaña a tamborazos para procurar que sus hijos
hablen mejor que él, el español. Mi abuela, Lorenzo Córdova, nunca pudo hablar
el español, murió con el idioma maya entre sus labios, mientras mi madre me
traducía su historia, su vida, sus quereres.
Lorenzo,
tu y toda la clase que representas jamás comprenderán la magnitud de sus
hipocresías. Pero es bueno comprobarlo. Han intentado borrar del mapa mexicano,
el orgullo de los pueblos originarios, Y hoy como hace mas de 500 años
continúan haciéndolo. La mayoría de los estudiantes de las normales rurales son
indígenas. Y te aseguro que sus padres no son los Toros de ningún Llanero
solitario. Pero te confirmo Lorenzo que si, así hablamos, entrecortados, mal
usando las normas sintácticas del lenguaje dominante.
Y
hoy, por esa forma de hablar, encarnas el escarnio y la burla de tu gente hacia
nosotros, los indígenas. Ese grupo que ustedes quisieron aniquilarlo hasta
hacerlo, minoritario. Antes fuimos los dueños y señores de estas tierras, con
una filosofía que nunca entenderás, además que no creo te interese,
ensoberbecido en tu formación universitaria, académica, seguramente extranjera
y a todas luces racista.
Es
este racismo tuyo, y de otros como tú, de tu misma clase, el que hace continúes
vejando, ultrajando, desapareciendo, y abofeteándonos. A estos indígenas cuyas
manos producen lo que te sientas a degustar todos los días.
Mi
padre aun vive Lorenzo y no sabes lo orgulloso que estoy de él. No creo que mi
padre se sienta ofendido por tus palabras, porque así hablamos, pero si
demuestras la clase de hipócrita, racista y farsante que eres. A mí si me
ofendes porque es mi padre, pero ya que te metes con mi familia, espero que no
te importe desearte, que tengas muy felices días con la puta que te parió.
(Anónimo)
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