WASHINGTON,
Estados Unidos, feb. 20, 2015.- En un caso con ecos inequívocos de Ferguson y
Nueva York, grupos de manifestantes se han reunido todos los días durante la
semana pasada frente a la alcaldía de Pasco, Washington, para exigir respuestas
a la muerte a tiros de Antonio Zambrano Montes a manos de la policía. Las
autoridades dijeron que el inmigrante mexicano de 35 años arrojaba piedras a
los agentes.
La
muerte de Zambrano Montes el 10 de febrero --captada en video por el teléfono
celular de un testigo-- fue la cuarta por parte de policías en Pasco en menos
de un año. Ha suscitado reclamos de una investigación federal y ha conmocionado
a esta ciudad agrícola de 68 mil habitantes donde más de la mitad de los
residentes son hispanos pero pocos integran las fuerzas policiales o la
estructura de poder.
Tanto
los manifestantes como la policía dicen que quieren evitar la violencia y
resentimientos como ocurrió en Ferguson, Missouri, el año pasado cuando un
policía mató a un joven negro.
"Seguiremos
en calma hasta que nos den algún motivo como para no estarlo", afirmó el
manifestante Héctor Alamillo, residente en Pasco. "No estamos en Ferguson.
No incendiaremos nada".
Pero
Alamillo dijo que los hispanos están "muy desconfiados ahora" y se
preguntan por qué los policías no sometieron a Zambrano Montes en lugar de
utilizar fuerza letal.
En
el video se ve al mexicano correr por una calle muy transitada, perseguido por
tres policías. Cuando aquel se detiene y se da vuelta, se oyen disparos y cae muerto.
Aunque
el incidente es investigado por una fuerza de tareas regional --y observado por
el FBI--, la policía dijo que Zambrano Montes había golpeado a dos agentes a
pedradas y que se negó a soltar otras rocas. Las autoridades señalaron que una
pistola de aturdimiento no logró reducirlo.
El
caso ha centrado la atención en la composición étnica de Pasco, una ciudad de
clase trabajadora, centro de cultivo de manzanas, uvas y papas a unos 350
kilómetros (220 millas) de Seattle que ha duplicado su población desde el 2000.
La
ciudad es más de 55% hispana. Muchos miembros de la comunidad han venido aquí
desde México para trabajar en los cultivos y en las plantas procesadoras de
alimentos. A partir de los años 60 y 70, muchos de esos trabajadores migrantes
se asentaron aquí. El modesto centro de la ciudad está lleno de comercios
mexicanos como restaurantes, panaderías y tiendas de ropa, y la alcaldía se
habla en inglés y español.
La
policía de 71 agentes uniformados tiene solo 15 hispanos, y solo uno de los
siete concejales municipales es hispano.
Otrora
foco de violencia vinculada a pandillas y drogas, el delito ha bajado en la
ciudad en los últimos 20 años, en gran medida debido a que la comunidad hispana
colaboró con la policía para deshacerse de los delincuentes, dijo el capitán de
policía Ken Roske. Pero reina la preocupación de que esa cooperación se vea
dificultada si la investigación absuelve a los policías.
"Reclamamos
más entrenamiento para nuestros policías", dijo Lorian Reavely, que
participaba en la protesta. "Basta de violencia policial. ¡Solo era una
piedra!".
REB
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