Ciudad
de México, octubre 2 de 2018.- El asesinato de Robert F. Kennedy mientras
buscaba la candidatura por parte del Partido Demócrata, en Estados Unidos; la
huelga de los estudiantes japoneses en contra de las jerarquías del gobierno
oriental, así como la invasión soviética a Checoslovaquia que puso fin a la
Primavera de Praga, fueron algunos de los acontecimientos históricos que
enmarcaron el movimiento estudiantil de 1968, en México.
¿Qué
tienen en común estos sucesos? La investigadora e historiador Soledad Loaeza
respondió a esta pregunta durante un conversatorio que ofreció, como parte del
coloquio M68: Ciudadanías en movimiento.
“El
sentido profundo de estas movilizaciones fue una propuesta antiautoritaria, una
rebelión en contra de las jerarquías establecidas, en todos los casos tuvieron
un impacto cultural muy importante en el corto y en el mediano plazo, fueron
protestas que se desarrollaron al margen de los partidos políticos
establecidos”.
Para
la historiadora, “el movimiento estudiantil se convirtió en una herida abierta
en las relaciones entre el gobierno y los estudiantes universitarios, en las
relaciones entre el gobierno y los intelectuales, entre el gobierno y los
líderes de opinión que rechazaban el autoritarismo presidencial”.
La
doctora en ciencias políticas e investigadora de El Colegio de México, aseguró
que para comprender la posición del presidente Gustavo Díaz Ordaz frente al
movimiento estudiantil, es necesario tener en cuenta las restricciones
personales, institucionales y del contexto exterior que lo aquejaban.
“Y
en el caso de Díaz Ordaz, yo creo que hay que tomar en cuenta también el papel
de Luis Echeverría: no era realmente un funcionario sin poder, tenía mucho
poder él mismo y sobre el presidente.” En palabras de Loaeza, “el secretario de
gobernación en ese momento, Luis Echeverría, es el que precipita la
participación del ejército. En el momento en el que el ejército interviene ya
se vuelve un problema de otra naturaleza, un problema nacional."
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