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A dos años un testigo describe su calvario tras un secuestro que vivió en Guerrero

Alondra Lucatero.

CHILPANCINGO., Gro., 15 Febrero 2016.- La noche en que me privaron de mi libertad, recuerdo justamente que eran alrededor de las 23:00 horas de un domingo donde estaba acompañado por mi madre, hermano y mi sobrino con apenas 9 días de nacido cuando sujetos fuertemente armados en complicidad de la Policía Municipal de Chilpancingo entraron por la fuerza a mi domicilio, ubicado en pleno corazón de la ciudad.
Eternos minutos de amargura parecían no cesar, poco después de robar pertenencias, caja fuerte y de exigir la presencia de toda la familia incluidos mis padres, los sicarios se dispusieron a subirme a la cajuela de una camioneta para así llevarme a distintos puntos de la capital, en donde estuve en cautiverio por casi 3 días.
Amargos momentos que viví minuto a minuto serían difícil de describirlos por este medio, pero haber sido golpeado con una tabla en todo mi cuerpo día y noche, patadas, brincando en mi espalda, estar amarrado con alambre recocido (de pies y manos) y escuchar como asesinaban a una persona en ese mismo cuarto, con un soplete quemando partes nobles de su cuerpo... sin olvidar las amenazas constantes para que mi familia pagara el rescate que exigían por mi persona.
El 11 de febrero logran liberarme tras haber desplegado un operativo donde participó la PF, Militares y Ministeriales, no puedo recordar con exactitud la hora de mi rescate, pero si ese sentimiento de libertad, cuando elementos de la PF Grupo Táctico ingresaban al cuarto donde yo me encontraba.
Los oficiales con mucho cuidado cortaron la cinta canela y alambre recocido (que utilizaban para inmovilizarme) y enseguida uno de ellos preguntó mi nombre, tras responderle me dijo: "venimos por ti para llevarte a casa". Mejor noticia no pude haber recibido, nostalgia y llanto hacían que no me pudiera controlar fácilmente.
Después de rendir mi declaración en Procu (hoy Fiscalía), me resguarde en el hotel jacarandas, al día siguiente fui a mi domicilio donde gracias a Dios logre ver por fin a mi familia.
Después de pasar solo un par de días en mi casa, tuvimos que salir del estado para buscar seguridad y tranquilidad, misma que era imposible en mi tierra, radique en distintos estados, uno de ellos fue Xalapa, donde sufrí un atentado.
A pesar de todo lo sucedido he intentado rehacer mi vida y la de mi familia, creyendo que en un tiempo no muy lejano podré regresar a mi ciudad, pero mis sueños y esperanzas se desvaneces, pues a la distancia me doy cuenta que los grupos delincuenciales continúan amedrentando contra mi vida y la de mi familia.
Finamente externo mi indignación total contra aquellos medios impresos y digitales que han difamado a mi familia, exponiendo nuestra vida en alto riesgo, manejando argumentos sin sustento alguno; delitos que no se persiguen.
De igual manera, condeno a los ministeriales que privaron de su libertad a mi hermano sin antes decirle el motivo de la detención, ni siquiera presentaron una orden; mismos que lo lastimaron física, psicológicamente y no quedando conformes le robaron todo lo que traía consigo y al día de hoy ocupan su tarjeta de débito.
Está por demás decir que el señalamiento es absurdo, pues fui víctima de la delincuencia organizada, misma que lastima y continúa lacerando la vida de familiares, amigo@s y de más ciudadanos.
Mi escenario actual: "El que se queja, es sentenciado a ser perseguido no sólo por los que perpetraron mi secuestró intelectual y materialmente; sino también por secuestradores con uniforme", señalo.
Tengo confianza en que aún existen policías honestos, quienes vivan para su trabajo y no lucren con él para enriquecerse de los desprotegidos, en mi ser hay una paz total y siempre llevo conmigo el ejemplo de mi hermano: "servir al indefenso, cobijarlo y nunca permitir que alguien lo humille".

Finalmente, decirles; muchas gracias a los que están, e igual a los que nunca estuvieron y a los que se alejaron... la familia sigue firme ante cualquier situación adversa.